Memoria

>> martes, 23 de marzo de 2010

En el año 2003, participé del concurso de obras para formar parte del ciclo Teatro por la Identidad. Mi obra no quedó seleccionada y más tarde perdí los originales, por cierto no estaba buena, pero recuerdo que estaba inspirada en un cuento de Borges, El cautivo. Cuatro años más tarde, mi profesor de teatro Sergio Lobo tuvo la misma idea, pero su obra, por suerte, se llevó a cabo y con mucho éxito, se llamó Lo perdido. Casualmente, había sido Sergio quien me había acercado el cuento tiempo atrás.

Lo que me hizo pensar en este relato y relacionarlo con los chicos apropiados en la última dictadura militar no es el contexto sino la forma en que el autor describe y valora a la memoria




POSTAL POR REP PARA TXI 2008


Sin más palabras, aquí el texto

El cautivo

En Junín o en Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después de un malón; se dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron inútilmente; al cabo de los años, un soldado que venía de tierra adentro les habló de un indio de ojos celestes que bien podría ser su hijo. Dieron al fin con él ( la crónica ha perdido las circunstancias y no quiero inventar lo que no sé) y creyeron reconocerlo.
El hombre, trabajado por el desierto y por la vida bárbara, ya no sabía oír las palabras de la lengua natal, pero se dejó conducir, indiferente y dócil, hasta la casa. Ahí se detuvo, tal vez porque los otros se detuvieron. Miró la puerta, como sin entenderla. De pronto bajó la cabeza, gritó, atravesó corriendo el zaguán y los dos largos patios y se metió en la cocina. Sin vacilar, hundió el brazo en la ennegrecida campana y sacó el cuchillito de mango de asta que había escondido ahí, cuando chico. Los ojos le brillaron de alegría y los padres lloraron porque habían encontrado al hijo.
Acaso a este recuerdo siguieron otros, pero el indio no podía vivir entre paredes y un dia fue a buscar su desierto. Yo querría saber qué sintió en aquel instante de vértigo en que el pasado y el presente se confundieron; yo querría saber si el hijo perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a reconocer, siquiera como una criatura o un perro, los padres y la casa.

(de El Hacedor)

1 comentarios:

vir torralba 13 de junio de 2010, 20:09  

ojalá, nunca perdamos la parte que nos conecta con nuestra parte mas salvaje, el instinto,,,

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