El Comercio Justo, una alternativa de economía social

>> jueves, 21 de agosto de 2008


Marta recorre el Mercado Solidario de Palermo Viejo en la búsqueda de panes integrales, mermeladas y amazake, una bebida dulce de arroz. “Vengo acá porque, aunque los precios sean más altos que en otros mercados, tengo la certeza de que son buenos productos y naturales”, confiesa la vecina de Palermo de 50 años. Entre unos 15 puestos, aproximadamente, se puede encontrar una no muy amplia variedad de alimentos y artesanías. Sin embargo, lo más destacado del Mercado Solidario es que allí se reúnen organizaciones encargadas de desarrollar economías alternativas, como cooperativas, huertas orgánicas, asambleas y principalmente, empresas que ejercen el Comercio Justo.
El Comercio Justo (CJ) es una sociedad comercial que se basa en una alternativa del modo de producción ante la actual desigualdad del comercio tradicional, fundada en valores éticos, sociales y ecológicos. La certificación CJ es realizada por una organización autónoma, Fairtrade Labelling Organizations Internacional, FLO-Cert , quien, entre otras actividades, coordina todas las inspecciones de los productores y comerciantes. Entre los principios de esta alternativa, se encuentran el rechazo a cualquier tipo de explotación laboral, la elusión de intermediarios innecesarios y la capacitación de los productores. Estos principios aseguran buena calidad de productos y una responsabilidad social por parte de los consumidores.
En los últimos años el CJ se convirtió en una moda en Europa y se desarrolló en gran escala. Por ejemplo, en los supermercados de Italia y España se puede encontrar café, miel, fideos, leches, jugos y chocolates con el sello FAIRTRADE. No obstante, este ingreso genera controversias. Según la Licenciada María Laura Bratt, los principios éticos del CJ se contradicen con los objetivos de las empresas que sólo hablan de mayor rentabilidad, aunque hoy en día, las empresas tienen objetivos más sociales, entre otras cosas, para adquirir la imagen de una empresa con responsabilidad social.
El economista francés Christian Jacquiau en su libro Las bambalinas del comercio justo desarrolla: “En un inicio el Comercio Justo era una herramienta de transformación social, una expresión de lucha contra el capitalismo. Las grandes superficies, inicialmente, no se interesaron por él, pero lentamente han ido llenando sus estanterías de estos productos al coste de vaciar el concepto de comercio justo de su contenido político”.
Antonio Avar Saracho, productor textil de piezas de calidad de exportación, vive en Catamarca y expresa que los representantes del CJ están obsesionados en que los productores utilicen su discurso, y así, hacerles creer que sus principios son justos y que ellos los llevan a cabo. “Si les decís que son peores compradores que los comerciantes del Once, se ofenden e insisten en que leamos lo que ellos quieren decir”, asegura Avar Saracho.
En Argentina, el CJ se centraliza en las organizaciones que comercializan básicamente artesanías indígenas y algunos alimentos como yerba, azúcar y dulces. Sebastián Homps, encargado de Arte y Esperanza, manifiesta que tanto la organización que representa, al igual que muchas otras organizaciones, trabajaban en CJ sin saberlo y mucho antes de que se empezara a nombrar acá. Cuando los de IFAT (International Fair Trade Association) les tuvieron que poner el sello de garantía, para poder decir que Arte y Esperanza es internacionalmente del Comercio Justo, no modificaron en nada su trabajo. Según Homps: “Todas los principios del Comercio Justo ya están en la raza humana. El problema es que nadie las aplica, o mejor dicho, se fueron modificando para sacar más y mejores frutos para menos gente”. Arte y Esperanza también cuenta con apoyo social, educacional, psicológico para los artesanos de los pueblos originarios y difusión de las culturas indígenas en colegios.
El Comercio Justo en su esencia valora a los productores marginados y les asegura un pago justo que los ayuda a la preservación de su cultura. Para que esta idea, que es tan difícil de imaginar en un mundo globalizado, funcione, se necesita de un consumidor responsable, como Marta, que se pregunte cada vez que compra una artesanía, un juguete, o un alimento, cuál es el costo humano que realmente está pagando por él.


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Sobre el tiempo

>> viernes, 15 de agosto de 2008

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¿Miedo o pereza?

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Un largo camino hacia la verdad

>> martes, 5 de agosto de 2008

Aunque se le pueden realizar muchas críticas a los años de gobierno del matrimonio Kirchner, si hay algo que se puede destacar, es el avance en los juicios a los represores de la última dictadura militar. Hoy, martes 5 de julio comienza en Tucumán el juicio oral a Antonio Domingo Bussi, ex Jefe de la Quinta Brigada de Infantería y a Luciano Benjamín Menéndez, ex Jefe del Tercer Cuerpo del Ejército por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar.
Menéndez fue enjuiciado en Córdoba el mes pasado y el 24 de julio fue sentenciado a cadena perpetua en una cárcel común por la tortura, secuestro y muerte de cuatro militantes. Durante ese juicio también se condenó a cadena perpetua a los represores Luis Alberto Manzanelli, Carlos Alberto Diaz, Oreste Valentín Padován y Ricardo Alberto Ramón Lardone. Además, Hermes Oscar Rodríguez y Jorge Ezequiel Acosta fueron sentenciados a 22 años de cárcel, mientras que Carlos Alberto Vega fue sentenciado a 18 años. Estos sucesos son muy importantes para la sociedad argentina aunque hayan pasado más de 30 años, y muchos de los represores y de los familiares de las víctimas no puedan vivirlo porque ya fallecieron.
Norberto Carlos Berner es hijo de Ernesto e Isabel, militantes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) que fueron secuestrados durante la última dictadura militar; Ernesto continúa desaparecido. Actualmente, Norberto es abogado y querellante en dos causas, la 761 sobre los crímenes perpetrados en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) por el caso de la desaparición de su padre, y en la 450, que investiga los crímenes cometidos en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército durante la última dictadura, por su propio secuestro. Aunque reconoce el avance en las causas en los últimos años, Berner plantea que los juicios se deben unificar y organizar según grupos, épocas o cadenas de mandos para que haya más procesados en un corto plazo, y además, para que los testigos sean repreguntados en una sola vez y todas las nulidades sean discutidas juntas. De esta manera, los familiares de las víctimas y la sociedad podrían llegar a conocer la verdad de lo que pasó ya que los acusados son mayores de edad y a medida que se retrasan los juicios ellos pueden fallecer. Además así se puede crear un sistema más efectivo de protección de los testigos, y no se repita el caso de Jorge Julio López quien fue testigo en el juicio contra Miguel Echecolatz y fue desaparecido luego de su declaración. "No debemos nunca olvidarnos de Julio Lopez" dijo Berner.
Desde que en 2005 la Corte Suprema de Justicia confirmó la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final sólo fueron juzgados y condenados el suboficial de la Policía Federal Julio Simón, alias “el turco Julián”, el comisario de la Policía de Buenos Aires Miguel Echecolatz, el Capellán de la policía bonaerense Cristian Von Wernich y el ex Comandante en Jefe del Ejército general Cristino Nicolaides que fue acusado junto con algunos integrantes del Batallón de Inteligencia 601. Aún más de mil causas continúan abiertas.

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