“Ser rector del Pellegrini fue la experiencia más significativa de mi vida"

>> domingo, 31 de mayo de 2009


Abraham Gak, economista director del grupo estratégico Plán Fénix, ex director de Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y defensor de los derechos humanos reconoce que, de todas las áreas a las que se dedica, su mayor preocupación es la adolescencia. A los 79 años, continúa trabajando para mejorar el futuro de la sociedad.



El olor a tabaco dulce inunda la oficina de Proyectos Estratégicos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Abraham Gak prende su pipa y toma un café. De pronto suena el teléfono, es un ex alumno del Colegio Pellegrini para invitarlo a su graduación de abogado, él acepta emocionado.
Abraham Gak es descendiente de padres lituanos que vinieron a la Argentina después de la Primer Guerra Mundial. Reconoce que ellos le dejaron la sensibilidad social, el afecto al estudio y el respeto al trabajo, porque “no se puede ser un parásito sea cual sea el medio en que está”.
En la escuela secundaria fue cofundador del Centro de Estudiantes de su colegio y cuando comenzó los estudios universitarios se anotó en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas. Desde el inicio de sus estudios hasta que se recibió, estuvo vinculado a las organizaciones gremiales. “Siempre he tenido preocupaciones sociales -, cuenta el director del Plan Fénix, - hice toda una vida vinculada a los intereses de la facultad. Los únicos años en los que no estuve fue en el gobierno de Onganía y durante la última dictadura. Durante el gobierno de Illia, fui director nacional de Cooperativas y en el 83 fui convocado por el decano normalizador de la Facultad, Oscar Shuberoff, quien después fue rector, para crear el posgrado de la facultad y realizar un cambio del plan de estudios.”
Como militante de los derechos humanos, durante el gobierno militar, fue cofundador del Movimiento Judío por los Derechos Humanos. Gak señala que su participación allí es un antecedente de su vínculo permanente con las causas sociales.
Si bien dedicó su vida a su profesión, Abraham Gak nunca descuidó los afectos. Admite que es un hombre muy mimado por sus cinco hijos, dos de su sangre y tres de su última mujer, quien murió recientemente. Según él, todos lo cuidan en exceso y tiene que rendirles cuentas todos los días a cinco llamados. “Hemos conformado una familia hermosa”, dice Gak.
Otro de los valores que Gak honra en su vida, es la amistad. Habitualmente se reúne con un grupo de amigos que trabajaban juntos en uno de sus primeros trabajos, cuando él tenía 17 años. Además, el segundo viernes de noviembre de cada año asiste al encuentro anual de los compañeros del secundario, egresados en el 46. Gak dice: “Se va reduciendo el grupo por una cuestión de edad, pero de 18 que éramos nos juntamos 16, no está tan mal”.
Para completar su curriculum, comenta que es un excelente asador. Los fines de semana no se mueve de su casa y remarca que pueden ir los que quieran porque, para él, hacer un asado “es terapia”.
-¿Cómo fue la experiencia como rector del Pellegrini?
-Yo no había tenido ninguna experiencia con adolescentes. Cuando empecé el trabajo me empecé a interiorizar lo que es la escuela media, que es muy diferente a otro tipo de entidad de enseñanza. Trabajar con adolescentes requería una mirada diferente, que la fui adquiriendo en la práctica. Con el tiempo se convirtió en la experiencia más significativa de mi vida, fue fantástico. Me fue cambiando a mi mismo, fue cambiando mi forma de pensar. Tuve la suerte de rodearme de un equipo muy eficiente, de alto nivel, que heredé porque parte de ellos ya estaban funcionando de antes. Yo no hice cambios de personas, respeté el trabajo de cada uno. Lo que si introduje como novedad fue una directora de estudios, una pedagoga.
-¿Cómo es su mirada sobre la educación media?
-En las escuelas secundarias en general, el eje gira alrededor de la tarea del adulto con los estudiantes. Nuestro eje fue al revés, el objetivo principal era el alumno, y sobre todo, respetándolo como persona y como ser pensante. El alumno ya viene con conocimientos y hoy día hay fuentes de conocimiento permanentes, desde la convivencia con sus compañeros, de la vida activa que hacen fuera de la escuela, la televisión, Internet, la radio. Todo eso genera a un muchacho o a una chica que viene con infinidad de premisas, de pensamientos, de razonamientos, y una mirada desconfiada de los adultos. Hay un muro mas o menos invisible que separa al adulto del adolescente. Cambiar eso requirió de mucho tiempo, pero a mi juicio, la escuela fue logrando esta circunstancia. Uno en realidad hace de la escuela el gran lugar para ayudar a crecer y conformar como futuros ciudadanos a cada adolescente. Eso significó un gran progreso para la escuela y para los chicos.
-Después de los cambios que usted introdujo, la escuela adquirió el prestigio como una escuela de vanguardia, reconocida a nivel nacional. ¿En qué se diferenciaba de otras?
-Mi idea en la escuela era fomentar en los chicos el interés por la cosa pública, y en esto fue pionera. Interés por los derechos humanos, por la política. Siempre abogué por que tuviéramos un centro de estudiantes fuerte, y eso que no siempre fueron momentos placenteros con el centro de estudiantes. Había días de conflictos serios, pero siempre con un profundo respeto entre nosotros. Eso permitía tener un diálogo, proponer cosas, hacerles entender que cuando uno decidía algo que a ellos no les gustaba uno lo hacía pensando en ellos y no en nosotros.
-¿Cómo surgió el Plan Fénix?
-En el año 2000 comencé a juntar algunos economistas para discutir los problemas de la Argentina. Y combinamos en organizarnos si se reconocía en la universidad como un proyecto estratégico de la Universidad de Buenos Aires. Nosotros preanunciamos la crisis del año siguiente, dijimos todo lo que iba a pasar y lo que se tenía que hacer. Algunas cosas se hicieron, otras no tanto, pero en parte se cumplió esta mirada heterodoxa de la economía Cuando comenzamos el Plan Fénix, el silencio y el ninguneo eran aterradores, y resulta que en definitiva pudimos instalar las ideas. Sacamos el primer documento en septiembre del 2001, y empezamos a recibir invitaciones de todo el país. Nunca viajé tanto como en esa época. Fuimos a más de 250 lugares. De modo que a veces la fe mueve montañas. Ahora sacamos un documento sobre la crisis y estamos preparando un seminario para el 17 de diciembre para tratar el tema a nivel mundial y las implicancias para Argentina. Nos seguimos reuniendo todas las semanas hace siete años, todos los jueves. Ahora nos escuchan, pero nosotros no tenemos vínculos con el gobierno, criticamos lo que tenemos que criticar y aplaudimos lo que tenemos que aplaudir.
-El año pasado fue nombrado defensor del Pueblo de Morón, ¿cómo obtuvo cargo?
-Yo presenté una solicitud pero no sabía como se elegía, y resultó ser que los vecinos elegían entre diez candidatos. Inicié el 18 de febrero en una tarea nueva, que es muy interesante porque no existía, de modo que tengo que construir el cargo desde cero. Voy a abocarme a trabajar en esto que es muy lindo. Pensé que mi edad iba a pesar, pero no fue así. Debo ser la única persona que a los 79 años busca un empleo nuevo y lo consigue.
-¿Se siente más cercano a la educación, a los derechos humanos o a la economía?
-Mi profunda preocupación son los chicos. Yo sigo escribiendo sobre el tema, y tengo un proyecto de escuela diferente que quiero hacer en la provincia, en las zonas de riesgo, pero no he tenido eco. Entonces inicié el operativo clamor, que es hablar y escribir por todos lados de lo mismo. Confluyen muchas corrientes en este sentido, y me doy cuenta que vamos generando la idea de cómo debe ser una escuela. Esto es hasta que alguien tome el guante.
-¿Cómo ve hoy al Colegio Pellegrini?
-Ahora cerré el capítulo. Yo no sé si es virtud o defecto, pero yo no miro para atrás. No miro si lo que hice estuvo bien o mal. A lo sumo, me servirá como experiencia. Siempre miro lo que tengo para hacer, lo nuevo. Ese es el motor que me hace funcionar, y así, los golpes no me abatan.

2 comentarios:

Agus 1 de junio de 2009, 23:04  

Excelente entrevista, Lu! Lo que conocía de Gak fue a través de la entrevista que le habías hecho para Domingo, pero esta otra te permite apreciarlo más como persona. Sin duda, es de los pocos intelectuales que quedan en el país.
Un beso!

pd: después te busco y te paso los mails, ya lo tengo presente!

Maria Lujan Torralba 5 de junio de 2009, 14:24  

El tipo es un grande.
Gracias por el comentario y los contactos!
Besos

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