El Comercio Justo, una alternativa de economía social
>> jueves, 21 de agosto de 2008
El Comercio Justo (CJ) es una sociedad comercial que se basa en una alternativa del modo de producción ante la actual desigualdad del comercio tradicional, fundada en valores éticos, sociales y ecológicos. La certificación CJ es realizada por una organización autónoma, Fairtrade Labelling Organizations Internacional, FLO-Cert , quien, entre otras actividades, coordina todas las inspecciones de los productores y comerciantes. Entre los principios de esta alternativa, se encuentran el rechazo a cualquier tipo de explotación laboral, la elusión de intermediarios innecesarios y la capacitación de los productores. Estos principios aseguran buena calidad de productos y una responsabilidad social por parte de los consumidores.
En los últimos años el CJ se convirtió en una moda en Europa y se desarrolló en gran escala. Por ejemplo, en los supermercados de Italia y España se puede encontrar café, miel, fideos, leches, jugos y chocolates con el sello FAIRTRADE. No obstante, este ingreso genera controversias. Según la Licenciada María Laura Bratt, los principios éticos del CJ se contradicen con los objetivos de las empresas que sólo hablan de mayor rentabilidad, aunque hoy en día, las empresas tienen objetivos más sociales, entre otras cosas, para adquirir la imagen de una empresa con responsabilidad social.
El economista francés Christian Jacquiau en su libro Las bambalinas del comercio justo desarrolla: “En un inicio el Comercio Justo era una herramienta de transformación social, una expresión de lucha contra el capitalismo. Las grandes superficies, inicialmente, no se interesaron por él, pero lentamente han ido llenando sus estanterías de estos productos al coste de vaciar el concepto de comercio justo de su contenido político”.
Antonio Avar Saracho, productor textil de piezas de calidad de exportación, vive en Catamarca y expresa que los representantes del CJ están obsesionados en que los productores utilicen su discurso, y así, hacerles creer que sus principios son justos y que ellos los llevan a cabo. “Si les decís que son peores compradores que los comerciantes del Once, se ofenden e insisten en que leamos lo que ellos quieren decir”, asegura Avar Saracho.
En Argentina, el CJ se centraliza en las organizaciones que comercializan básicamente artesanías indígenas y algunos alimentos como yerba, azúcar y dulces. Sebastián Homps, encargado de Arte y Esperanza, manifiesta que tanto la organización que representa, al igual que muchas otras organizaciones, trabajaban en CJ sin saberlo y mucho antes de que se empezara a nombrar acá. Cuando los de IFAT (International Fair Trade Association) les tuvieron que poner el sello de garantía, para poder decir que Arte y Esperanza es internacionalmente del Comercio Justo, no modificaron en nada su trabajo. Según Homps: “Todas los principios del Comercio Justo ya están en la raza humana. El problema es que nadie las aplica, o mejor dicho, se fueron modificando para sacar más y mejores frutos para menos gente”. Arte y Esperanza también cuenta con apoyo social, educacional, psicológico para los artesanos de los pueblos originarios y difusión de las culturas indígenas en colegios.
El Comercio Justo en su esencia valora a los productores marginados y les asegura un pago justo que los ayuda a la preservación de su cultura. Para que esta idea, que es tan difícil de imaginar en un mundo globalizado, funcione, se necesita de un consumidor responsable, como Marta, que se pregunte cada vez que compra una artesanía, un juguete, o un alimento, cuál es el costo humano que realmente está pagando por él.
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